El cheesecake de frutos rojos es un postre conocido por su textura suave y contraste de sabor dulce-ácido. El platillo, con variantes milenarias, es popular a nivel global y puede ser preparado por cualquier persona siguiendo su fácil receta.
Orígenes ancestrales del cheesecake
La historia del cheesecake se remonta al año 2000 a.C. en la isla griega de Samos, donde se documenta su uso como ofrenda en los Juegos Olímpicos. Allí, atletas consumían una mezcla simple de queso prensado, miel y harina de trigo para ganar energía.
El primer registro escrito aparece en el tratado “De Agricultura” del romano Marco Porcio Catón, del siglo II a.C., que detalla una versión con queso rallado y endulzado. Luego, los romanos expandieron la receta por Europa al conquistar Grecia, incorporando huevos y horneado para mayor firmeza.
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En la Edad Media, variaciones surgieron en Inglaterra e Italia, pero el formato moderno emergió en Estados Unidos. En 1872, el lechero William Lawrence de Chester, Nueva York, inventó el queso crema Philadelphia, base esencial del cheesecake actual.
Ya en la década de 1930, la marca Philadelphia imprimió recetas en sus empaques, impulsando su popularidad en cafeterías neoyorquinas. El cheesecake de frutos rojos, como variante, incorpora bayas frescas —fresas, frambuesas y arándanos— como topping, una adición del siglo XX influida por la disponibilidad estacional de frutas en mercados estadounidenses.
Ingredientes para ocho porciones
Para replicar esta receta se requieren 12 ingredientes principales. La base usa 200 gramos de galletas de vainilla trituradas y 100 gramos de mantequilla derretida.
El relleno principal incluye 600 gramos de queso crema al bloque, 200 gramos de azúcar granulada, 3 huevos grandes, 200 mililitros de crema agria y 1 cucharadita de extracto de vainilla.
El topping de frutos rojos demanda 300 gramos de bayas mixtas frescas o congeladas, 100 gramos de azúcar adicional y 2 cucharadas de jugo de limón.
Estos elementos aseguran una textura cremosa y un contraste ácido-dulce, con un tiempo total de preparación de 1 hora 30 minutos, incluyendo enfriado.
Se recomienda usar un molde desmontable de 22 centímetros de diámetro, forrado con papel manteca para facilitar el desmolde. Todos los ingredientes deben estar a temperatura ambiente para evitar grumos en la mezcla.
Pasos para preparar el cheesecake
Inicie precalentando el horno a 160°C. Mezcle las galletas trituradas con la mantequilla derretida hasta formar una pasta uniforme. Presione esta mezcla en el fondo del molde, creando una capa de 1 centímetro de espesor. Hornee por 10 minutos para tostar ligeramente, luego retire y enfríe.
Este paso, heredado de técnicas neoyorquinas, proporciona crunch contrastante al relleno suave. En la Grecia antigua, la base era inexistente, pero la evolución romana añadió capas crujientes con harina.
Para el relleno bata el queso crema con el azúcar hasta obtener una crema lisa, incorporando uno a uno los huevos sin sobrebatir. Agregue la crema agria y vainilla, mezclando a velocidad baja. Vierta esta preparación sobre la base enfriada y alise la superficie con una espátula.
Hornee a 160°C por 45 minutos, hasta que los bordes estén firmes pero el centro tiemble ligeramente. Apague el horno y deje el molde dentro con la puerta entreabierta por 1 hora, previniendo grietas por cambio térmico brusco. Mientras el cheesecake enfría, cocine las bayas con azúcar y jugo de limón en una sartén a fuego medio por 10 minutos, hasta formar una salsa espesa. Retire del fuego y enfríe.
Una vez el pastel esté a temperatura ambiente, refrigérelo por al menos 4 horas o toda la noche para un corte limpio. Cubra con la salsa de frutos rojos antes de servir, distribuyéndola uniformemente.
El resultado es un postre de calorías aproximadas de 350 por porción, versátil para dietas equilibradas.