Durante una entrevista en Manavisión Plus, el exministro de Agricultura y asesor en investigación agrícola, Alfredo Saltos Guale, explicó que el moko bacteriano y el Fusarium Raza 4 Tropical constituyen una amenaza directa para la producción nacional de plátano y banano, cultivos fundamentales en la economía del Ecuador y el abastecimiento mundial de alimentos.
Dos enfermedades que preocupan al agro
Saltos describió al moko bacteriano como una enfermedad que ya se ha expandido en distintas provincias del país, afectando miles de hectáreas productivas. En tanto, el Fusarium, un hongo devastador que destruye el sistema vascular de la planta, fue detectado recientemente en una finca de la provincia de El Oro, lo que confirma su presencia en el territorio ecuatoriano.
Según el especialista, ambas enfermedades podrían provocar pérdidas económicas multimillonarias, comprometer las exportaciones y reducir los ingresos de divisas al país. “El moko está diezmando las áreas productoras de plátano, y el Fusarium es aún más peligroso. De no actuar a tiempo, el impacto sería devastador”, alertó.
El exministro señaló que el Ecuador, como primer exportador mundial de banano, tiene la responsabilidad de liderar los esfuerzos científicos para frenar el avance de estas plagas, pero reconoció que el país no dispone de los recursos suficientes para investigaciones de alto nivel.
Impacto económico y social
El plátano y el banano no solo representan una fuente clave de ingresos, sino también un pilar de empleo rural y seguridad alimentaria. Saltos recordó que en 2024, las exportaciones mundiales de banano superaron los 20.000 millones de dólares, y destacó que el consumo global sigue en aumento.
“El banano ya no es una fruta de postre; es un alimento básico recomendado para la nutrición de millones de niños y adultos mayores. Una reducción en la producción tendría consecuencias globales”, señaló.
De acuerdo con sus estimaciones, el sector agrícola ecuatoriano debería invertir al menos el 1% del Producto Interno Bruto agrícola en investigación para enfrentar las enfermedades fitosanitarias. Sin embargo, los presupuestos estatales actuales no cubren ni una fracción de esa cifra.
Propuesta de financiamiento internacional
Ante la falta de fondos, Saltos presentó una propuesta financiera internacional que busca redirigir los aranceles cobrados por la Unión Europea a las importaciones de banano latinoamericano. Actualmente, el bloque europeo aplica un impuesto de 73 dólares por tonelada métrica, que en cinco años ha representado cerca de 654 millones de dólares recaudados a costa de los productores.
El exministro sugiere que esos recursos no se eliminen, sino que se mantengan y se devuelvan a los países productores, como Ecuador, para destinarlos a investigación, control y manejo fitosanitario.
“Es una medida justa que no implica nuevos tributos. Es aplicar un principio de justicia distributiva: que parte de lo que genera el comercio internacional del banano sirva para protegerlo”, afirmó.
Para concretar esta iniciativa, indicó, se requiere una decisión política del Estado ecuatoriano, especialmente de la Cancillería y del Ejecutivo, que deberían iniciar negociaciones con la Unión Europea.
Hallazgos alentadores y oportunidad científica
Durante la entrevista, Saltos también mencionó un descubrimiento esperanzador realizado por la ingeniera ecuatoriana Gladys Tassán, quien investiga cultivos en Madagascar. De acuerdo con sus estudios, el plátano ecuatoriano habría mostrado resistencia natural al Fusarium raza tropical 4, incluso cuando se cultiva junto a plantas infectadas.
“Si se confirma científicamente, sería un hito mundial. El Ecuador podría convertirse en un referente genético para desarrollar variedades resistentes y atraer inversión extranjera”, subrayó.
Sin embargo, advirtió que este tipo de investigaciones requieren fondos y apoyo estatal. “El sector privado no puede asumir solo estos costos; se necesitan políticas públicas y líneas de crédito agrícolas adecuadas”, sostuvo.
Llamado a la acción
El exministro insistió en que el Gobierno debería decretar una emergencia nacional fitosanitaria para enfrentar el problema y activar un plan de respuesta coordinado. “Si estas plantas desaparecen o reducen su producción, el impacto económico y social sería inmediato. Hablamos de pérdida de divisas, empleo y soberanía alimentaria”, expresó.
Finalmente, Saltos invitó a universidades, gremios y productores a respaldar su propuesta y a convertirla en una causa común. “El futuro del plátano y del banano depende de la unidad entre ciencia, política y financiamiento. Es una tarea nacional y global”, concluyó (21).